La localidad de Ohrid, en Macedonia, se ha convertido en un lugar añadido por muchos a la lista de lugares que visitar cuando se planifica una ruta por los Balcanes, sobre todo por aquellos mochileros que buscan un destino barato y con encanto. Y no solo por la parte de este que tiene el pueblo sino, sobre todo, por la fama que le han dado las aguas que lo bañan: las del lago Ohrid —compartidas por este país y por Albania—.
Hasta él he podido viajar estos días buscando un poco de paz y serenidad, después de una época en la que he visitado más lugares que tiempo libre puedo calcular. Y eso mismo fue lo que he encontrado: paz y un bonito destino rodeado por una fortaleza que, pese al gran número de turistas que inundan sus calles, no deja de ser una parada obligatoria, si se viaja hasta Macedonia.
Cómo llegar hasta Ohrid y qué esperar
La comunicación hasta Ohrid es muy buena ya que se puede llegar desde Skopje, la capital de Macedonia, en un autobús que sale cada hora y que te llevará hasta allí en tres horas y media por unos precio de 676 dinares macedonios (11 euros), ida y vuelta. Otra (buena) opción es alquilar un coche porque te resultará más sencillo moverte desde esta localidad hasta otros lugares interesantes que hay en los alrededores.
Cuando llegues hasta Ohrid, tendrás la sensación de que has retrocedido en el tiempo hasta los años 70 por la estación de autobuses en la que te bajarás y por las tiendas de aire vintage (sin que tengan estas pretensiones) que te encontrarás alrededor de esta. Para que te hagas una idea de los precios aquí, yo desayuné en una de sus cafeterías, nada más llegar, por 80 dinares macedonios (un euro y poco), incluyendo un café y un bollo de chocolate.
Pero esta atmósfera cambia totalmente según vas bajando hacia el centro de la localidad. Será cuestión de una rotonda y empezarás a ver grandes calles peatonales plagadas de tiendas de todo tipo y algo que claramente te indicará que estás en la zona turística: los precios en euros. Sigue bajando y llegarás hasta el reclamo que nos ha traído a este post: el lago de Ohrid. Este cuenta con una superficie de 358 kilómetros cuadrados y, como ya he dicho anteriormente, se lo reparten Macedonia y Albania. También hay otras localidades en Macedonia como Struga, que tienen la suerte de estar bañados por sus aguas, aunque no cuentan con la misma fama de la que le da nombre.
Si te gusta dar paseos en barco, este es un buen lugar para hacerlo, siempre y cuando el tiempo te acompañe. Los encontrarás de todo tipo y serán muchos los que te ofrecerán disfrutar de las aguas del lago Ohrid y si sois varios, te saldrá bien porque por unos 10 euros podréis disfrutar de un tranquilo paseo de una hora por estas aguas.
Qué más puede ofrecer Ohrid y alrededores
Más allá del lago, Ohrid cuenta con multitud de encantos que hacen de este un pueblo por el que apetece pasear sin reloj, ni rumbo definido. En la parte alta, podrás subir hasta la Fortaleza de Samuel y pasear por sus murallas –previo pago de 60 dinares macedonios– o visitar su anfiteatro romano. Una vez en la zona baja, podrás ver el Museo Nacional, la iglesia de Santa Sofía, la de St. Nikola (encontrarás multitud de ellas) o un curioso museo que conserva una de las tres planchas de Gutenberg, inventor de la imprenta, que quedan en Europa.
Y si, como te he sugerido, alquilas un coche o, en su defecto, quieres hacer autoestop (es una práctica común en esta zona así que no tengas miedo de hacerlo), podrás acercarte hasta el Monasterio de Sveti Naum (prepárate para las curvas), a 29 kilómetros de esta localidad, hasta la playa, a 7 kilómetros, o cruzar la frontera hasta Albania (así podrás decir que has estado en dos países).
Aun así, Ohrid es, claramente, una buena base de operaciones para moverte por esta zona. Porque una vez que hayas encontrado la paz y la tranquilidad que andabas buscando, podrás cambiar totalmente de plan e irte hasta la capital, Skopje, donde un sinfín de esculturas que, perfectamente, podrían danzar al ritmo de la música que suena en su centro, te darán la bienvenida. Pero eso ya te lo contaré, mejor, en otra entrada, que no quiero romper la atmósfera chill out que hemos creado en esta.
Artículo publicado originalmente en el blog de Global Exchange.
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