La Semana Santa es una de esas festividades en las que todos/as solemos sentir la necesidad de viajar o hacer algo distinto que nos saque de nuestra rutina. Al menos, ese suele ser mi caso.
En 2015, tres personas que conocí en mi primer viaje a Marruecos me propusieron hacer el Camino de Santiago, y como lo de estar descubriendo cosas nuevas constantemente siempre me ha perdido, me lancé sin paracaídas. Lo malo, que lo máximo que solía andar entonces era lo que había de la puerta de mi casa a la boca del metro. Lo bueno, que mi locura fue seguida por mi hermana, otra enganchada a los saltos al vacío.
Muchos han sido los que, por una vía o por otra, han hecho gala de lo gratificante que es pasar días y días andando por este Camino (como prueba, el gran número de libros publicados sobre el tema). Y después de hacer la parte gallega (desde Pedrafita do Cebreiro hasta Santiago), puedo decir que entiendo tanta pleitesía. Por eso, os dejo las razones por las que creo que todos deberíamos andar, al menos una vez en la vida, por el Camino de Santiago.
1. Porque descubrirás partes de ti que desconocías
Si un año antes me hubiesen dicho que iba a andar una media de 28 kilómetros por día, durante casi una semana, con una mochila de 6 kilos a mi espalda y contabilizando solo una ampolla en el balance final, habría pensado que esa persona no había reparado en mi forma física.
Allí, te das cuenta de que tus límites están mucho más lejos de lo que pensabas. Si a esto le añades que, a la fuerza, te conviertes en una brújula andante, te acabas sintiendo «lo más».
2. Porque, si quieres, gastarás poco dinero
La palabra «vacaciones» suele ir ligada a la frase «chorreo de dinero». En este caso, no es así. Para que te hagas una idea, si duermes en uno de los albergues de la Xunta de Galicia, te gastarás 6 euros por noche. Si se te da muy mal y no encuentras sitio en estos, siempre podrás dormir en un albergue privado que te costará alrededor de 9 o 10 euros por noche.
Y si hablamos de comida, todo dependerá del ritmo que quieras llevar. Por si te sirve de referencia, nosotras alternábamos bocadillos con menús del día, que no te cuestan más de 10 euros y con los que te pones las botas.
3. Porque practicarás idiomas y aprenderás nuevas palabras
En nuestro caso, nos cruzamos con pocos extranjeros, pero en cuanto pillamos a uno, ya no lo soltamos en varias etapas. Además, acabarás usando palabras propias de la jerga caminera, como turigrino, que ya no podrás dejar de usar nunca e integrarás en tu día a día como si fuese lo más natural.
4. Porque conocerás a gente muy especial, que te hará sentir especial
Es difícil resumir todo lo que me llevé de la gente que conocí y de la que ya conocía. De hecho, diría que cada uno de ellos me aportó algo especial.
Gente como Fernando, un arquitecto de profesión con un talento brillante para retratar el Camino sobre la marcha; Ionut, un padre de familia rumano que perdió su pierna y llevaba un proyecto para ayudar a aquellos niños que estaban en su misma situación o Guillermo, un antiguo trabajador de un astillero que lo dejó todo para montar un negocio en Mercadeiros y que hacía a los peregrinos los madrugones más llevaderos. Todo eso sin contar al resto de peregrinos con los que compartí sendero (y cierre en Santiago de Compostela, todo sea dicho).
5. Porque comerás como si no hubiera un mañana
Créeme, nosotras íbamos pensando que con tanta caminata volveríamos como si hubiésemos hecho una operación biquini exprés. Para nada. Más bien todo lo contrario porque andas tanto que no puedes parar de comer, y menos en una comunidad como la gallega. Que si ahora probamos el pulpo en el restaurante A Garnacha de Melide, que si el restaurante O Gato Negro de Santiago de Compostela me han dicho que está muy bien para comer, que si hacemos una parada para desayunar ese pan tan bueno porque hemos madrugado mucho…
De hecho, una de nuestras frases insignia durante el Camino fue: ¿Qué hacemos, comemos?
6. Porque aprenderás el verdadero significado de las palabras «compartir» y «abstracción»
En el primer caso, cuando aparezca tu primera ampolla seguro que habrá alguien con una aguja que ofrecerte. En el segundo, serás capaz de dormir sin escuchar los ronquidos en alta fidelidad de los que están a tu alrededor. No me preguntes cómo porque no lo sé.
7. Porque verás paisajes de ensueño que te harán perder la noción del tiempo
El reloj en este viaje sobra. Recuérdalo. Y la cámara, sinceramente, también. ¿Qué mejor cámara que tus ojos? Si estás detrás de una, puede que te pierdas cosas sorprendentes que pasen a tu alrededor.
8. Porque no importa cómo lo hagas, siempre irás acompañado/a
Puedes hacerlo en familia, con amigos, solo/a o incluso con tu perro, andando, en bicicleta… No importa el cómo ni con quién, lo importante es que te lances.
9. Porque te darás cuenta de que muchas cosas del día a día son prescindibles
El hecho de llevar prácticamente la misma ropa toda una semana (lavándola como buenamente puedas en cada parada) y sin tener que pensar «¿Qué me pongo?» será para ti una gozada.
10. Porque no tendrás que pensar en tus próximas vacaciones
Acabarás diciendo: «el próximo año repito, y con más kilómetros». De hecho, en cuanto pises la Plaza del Obradoiro, en Santiago de Compostela, querrás hacer el Michael Jackson y volver hacia atrás.
¿Te he convencido? Si es así, pásate a leer el artículo en el que te cuento todo lo que deberás saber antes de empezar el Camino de Santiago.
Artículo publicado originalmente en abril de 2015, en el blog de Global Exchange.
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