Debo reconocer que cuando decidí hacer el Camino de Santiago con mi hermana, hace algo más de cuatro años, no tenía ni idea de dónde me metía. No sabía que iba a disfrutar de andar como nunca antes lo había hecho. Tampoco sabía todo lo que el Camino me iba a dar. Pero, sobre todo, no tenía ni idea (pero ni la más remota idea) de cuál tenía que ser la preparación para hacerlo.

Para que a ti no te pase lo mismo, si ya te has decidido a lanzarte a andar, aunque no sepas muy bien cómo ni por qué, te dejo varios consejos con lo que debes saber antes de hacer el Camino de Santiago.

1. Tú eliges cuál es tu Camino

¿Que quieres empezar el Camino de Santiago desde la puerta de tu casa? Pues puedes hacerlo perfectamente. ¿Que quieres llegar a Santiago de Compostela y continuar hasta llegar a Finisterre? Pues también. Tú decides cómo quieres que sea y cuál es la ruta que más te apetece. Al final, esto es algo personal.

Eso sí, te diré que, oficialmente, existen varias rutas para llegar a la capital gallega y podrás decantarte por una u otra según la dificultad que busques, el tiempo que tengas, los kilómetros que te apetezca andar, etc. Los Caminos tradicionales son dos: el francés (el que hice yo) y el primitivo, aunque existen otras vertientes. Puedes consultarlas todas y elegir la que más te encaje.

2. Consigue tu Credencial del Peregrino

Una vez que hayas decidido qué ruta quieres hacer, ¡consigue tu credencial! ¿No sabes qué es la Credencial del Peregrino? Te entiendo, a mí también me pasó. Así, contado facilito, te puedo decir que es como el DNI del Camino.

Cola en Santiago para conseguir el certificado del Camino de Santiago.

Se trata de una cartilla con tus datos que tendrás que presentar en los albergues de la Xunta para poder pernoctar en ellos. Además, en ella, tendrás que ir registrando los sellos y fechas de las etapas que vayas superando para que al llegar a Santiago, puedas conseguir tu ansiada Compostela (medita bien sobre si lo estás haciendo por motivos religiosos, espirituales o deportivos para que no te pille por sorpresa la pregunta cuando llegues allí).

Tienes la opción de conseguirla en cualquier Asociación de Amigos del Camino de Santiago o, si te gusta vivir al límite, en iglesias, albergues, etc. del propio Camino.

3. La mochila, esa nueva parte de tu cuerpo

Puede que decidas hacer el Camino solo/a. Puede que decidas hacerlo acompañado/a, pero si alguien va a estar contigo a lo largo de todo el trayecto esa va a ser, sin duda, tu mochila. Y por eso es tan importante que la prepares a conciencia.

Principalmente, hay dos cosas que debes tener en cuenta: que sea anatómica (a ser posible, que puedas atártela tanto en el pecho como en las caderas) y que no pese más de lo que puedas cargar. Así, de forma genérica, puedo decirte que cuanto menos pese, mejor (hazme caso, vas a cargar con ella todo el tiempo, ¡y no veas lo que la vas a odiar!). Pero si sueles surtirte de por si acaso en cualquier circunstancia, controla que su peso no exceda el 10% del tuyo.

Además de esto, intenta que lo más pesado esté cerca de la espalda y lo que más vayas a usar en los bolsillos laterales. Esto último, en realidad, lo digo para evitarte el incordio de tener que abrir la mochila cada vez que necesites algo.

4. No temas por el alojamiento

Si vas a vivir la verdadera esencia del Camino, mi recomendación es que no reserves nada antes de empezarlo, a no ser que quieras hacerlo en temporadas en las que hay mucha gente —como en verano, por ejemplo— y no te apetezca dormir al aire libre (por aire libre entendemos también el campanario de una iglesia).

Albergue del Camino de Santiago.

Si no es el caso y haces los trayectos al ritmo al que va la mayoría (nosotras salíamos sobre las 7 de la mañana y acabábamos las etapas sobre las 15 h), no tendrás problema en encontrar una cama en la que dormir.

De hecho, tienes dos opciones, principalmente: los albergues de la Xunta de Galicia, en los que pagarás 6 euros por noche, o los albergues privados, con un coste de unos 9 o 10 euros por noche.

5. Lleva solo aquello sin lo que no puedas vivir

Como ya he comentado antes, cuanto menos peso lleves, mejor. Al final, cada gramo que cargues de más, te va a pesar como si fuese una tonelada, y más según avances en el Camino.

En general, te aconsejo que:

  • Lleves poca ropa. Podrás ir lavándola/secándola por el camino.

  • Te surtas de imprescindibles del botiquín, vaselina y alcohol de romero para los pies (uno por la mañana y otro por la noche); analgésicos; esparadrapo y/o tiritas y una aguja por si decides explotarte alguna ampolla.

  • Cojas un impermeable, es probable que te llueva en algún punto. 

  • Lleves alguna bolsa de frutos secos, por si acaso. Te darán bastante energía en los momentos en los que te fallen las fuerzas. Eso sí, no vas a pasar hambre así que, ¡no te lleves un cargamento de comida!

6. No importa lo deportista que seas, tienes que estar acostumbrado/a a andar

Si crees que con hacer deporte de forma regular es suficiente para no sufrir en el Camino, olvídalo. Al final, lo más importante es que tu cuerpo esté acostumbrado a andar hooras y hooooras (puedes empezar a prepararte unos cuantos meses antes) porque, normalmente, la media de kilómetros al día está entre los 25 y los 30 (tú marcas tu ritmo, sí, pero si haces 10 kilómetros al día, te vas a eternizar).

También puedes hacerlo a las bravas como yo sin haber dedicado muchas horas de tu vida a andar, pero atente a las consecuencias. En mi caso, la principal consecuencia fue una tendinitis de caballo en la rodilla que me acompañó durante los dos meses siguientes al Camino. Luego no me digas que no te avisé.

7. Antes de acabar el Camino, estarás deseando volver a empezarlo

Porque sí, como he dicho al principio, esta es una experiencia única en la que encontrarás a gente que no esperabas, vivirás momentos que tampoco esperabas y te conocerás de una forma que ni imaginabas. Así que cuando llegues a Santiago, tratarás de alargar el Camino hasta Finisterre y empezarás a pensar en tu próxima vez (en mi caso, ¡espero que no se dilate mucho en el tiempo!).

Artículo publicado originalmente en julio de 2016, en el blog de Global Exchange.