Veinticuatro horas. Ese es el tiempo que hemos estado encerrados con nosotros mismos gracias a un bichito que parece haberse empeñado en que miremos más hacia dentro y no tanto hacia fuera. Cada día, durante más de dos meses.

Si alguien me hubiese dicho en 2016 que cuatro años después todos, sin importar sexo, edad, raza o procedencia sentiríamos algo similar a lo que estaban sintiendo entonces los chicos a los que daba clases de inglés, no lo hubiese creído.

Ellos, en un centro de detención búlgaro, por haber intentado cruzar una frontera de manera ilegal buscando una vida mejor. Nosotros, por una pandemia igual de tóxica que la que lleva a unos seres humanos a encerrar a otros.

Una vez que las fronteras entre el «ellos» y el «nosotros» parece haberse disipado —al menos, temporalmente— hemos podido ver que las emociones son algo innato a todos. Y también a todos se nos atascan, enquistan y nos bloquean, si no somos capaces de gestionarlas y expresarlas, estemos encerrados en una cárcel física o mental.

A veces somos conscientes de que ese bloqueo emocional está pasando, pero no sabemos cómo abordarlo. Para mí, la respuesta es clara: escribiéndolo. Y de eso va, precisamente, Escritura nómada, la propuesta que nació en ese centro de detención hace cuatro años y que hoy te traigo hasta aquí. El objetivo: enseñar a cualquiera que tenga la mente lo suficientemente abierta a escribir sus emociones.

¿Empezamos a viajar?

Desde Escritura nómada, te brindo la posibilidad de abrirte, experimentar y sentir tus emociones de una forma profunda y consciente. Porque la escritura es una herramienta muy poderosa para hacer catarsis (como dijo Aristóteles, para purificar nuestras pasiones) y para tomarnos el tiempo de escuchar a nuestra voz interior. También para dejar salir historias que, tal vez de otra manera, nunca serían contadas.

 

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El compás lo marcará la energía del grupo con el que trabajarás en mis cursos y talleres. Seremos nómadas viajando por nuestras emociones durante un tiempo, saldremos de la llamada «zona de confort» y aprenderemos a mirar hacia dentro de una forma más amable. A aceptar que lo que nos pasa es parte de nuestro proceso. Y todo gracias al efecto terapéutico que la escritura puede tener en cualquiera.

Además, y si me dejas llevarte aún más lejos, recorreremos juntos diferentes destinos del mundo. De momento, solo podremos hacerlo de manera virtual y, pronto, por algunos rincones de España.

En un futuro próximo, cruzaremos nuestras fronteras geográficas e iremos más allá. Descubriremos y nos mezclaremos con otras culturas, contribuyendo, de esta manera, a mejorar cualquier entorno local al que nos acerquemos —siempre de la mano de compañeros que trabajan de forma sostenible—.

Para apuntarte a este viaje no te pido veinticuatro, sino solo unas pocas horas de dedicación y confianza absoluta en mí. Así, podré demostrarte que, si aprendes a escribir e interpretar tus emociones, lograrás vivir una transformación individual y provocar un cambio social.

¿Te apuntas a este viaje? ¡Entra en la página web de Escritura nómada o escríbeme!