No lo encontré. Lo estuve buscando entre todas mis cajas, antes de coger el avión a Bangkok, y no estaba. Mi libro electrónico había desaparecido y, con él, todo lo que quería leer durante el viaje. Así, las posibilidades quedaban reducidas a una sola obra en papel. Y así fue hasta que empecé a cruzarme, en mi camino, con librerías de segunda mano y tiendas de intercambio de libros. ¡Están por todas partes! Una de ellas es la de la imagen, «Your language books corner», en Langkawi (Malasia). Ahora lo sé: no lo encontré porque me esperaba algo mejor.