Hacer el equipaje, para mí, siempre es algo extremadamente tedioso, sobre todo cuando voy a hacer un viaje largo. Qué llevar, qué no llevar, qué podré encontrar allí… Y cuando ya creo que lo tengo todo listo, la sensación de que me estoy dejando algo. ¡¡Lo paso fatal!! Y como sabía que no iba a ser distinto en mi viaje de dos meses a Asia, cuando compré el primer billete de avión (de Madrid a Bangkok), decidí limitar mi equipaje al de mano que en el caso de Norwegian Airlines, era de 10 kg (no se lo chives a los de AirAsia, que no me dejan llevar más de 7).

La tarea de reducir mis enseres a ese peso no fue fácil, pero tampoco me resultó demasiado compleja, teniendo en cuenta que pensaba que todo lo que llevase de más, tendría que cargarlo, constantemente, a mis espaldas y que ya había cogido algo de experiencia cuando hice el Camino de Santiago con mi hermana… Por eso, en esta entrada he decidido resumir lo que ha entrado en mi mochila de 50 litros  y, con ello, algunas cosas que me han parecido fundamentales para este viaje.

La ropa y el calzado

La ropa me pareció lo más prescindible de todo porque contaba con poder lavar durante el viaje (y, por ahora, lo estoy pudiendo hacer, sin problema) y porque cualquier cosa que me faltase sabía que podría comprarla, antes o después. Esto es lo que me he traído:

  • Cinco camisetas de manga corta y de tirantes y una camiseta deportiva.
  • Una falda corta.
  • Un vestido de tirantes, por debajo de la rodilla. Lo último, que el largo sea por debajo de la rodilla, es muy importante para poder entrar a los templos. Y lo primero, que sea de tirantes, se soluciona con el punto que viene a continuación.
  • Un pañuelo. Además de ser útil para entrar en los templos (es una falta de respeto hacerlo con los hombros descubiertos o pantalón o falda cortos), es muy útil para los medios de transporte en los que se abusa del aire acondicionado (muchos, por lo que estoy viendo).
  • Dos vestidos playeros.
  • Un pantalón corto.
  • Ropa interior para una semana. De esto no hace falta que dé más detalles, ¿no? Cada uno, a su gusto :).
  • Dos bikinis.
  • Una toalla de microfibra, objeto multifuncional donde los haya (lo mismo la puedo utilizar para la ducha, que para la playa, que para la montaña).
  • Unas chanclas. Las mías van atadas y son mucho más prácticas, además de para el día a día, cuando voy a alguna playa con rocas o lago.
  • Unas zapatillas de montaña impermeables (que lo fueron hasta que me metí en el mar, en Tonsai, con ellas). Están siendo básicas e imprescindibles, sobre todo porque yo sabía que iba a hacer mucho senderismo y las iba a necesitar.
  • Una mochila de cuerdas. Yo la uso para el día a día y aunque en alguna ruta de montaña me ha resultado bastante incómoda, está bien porque no ocupa apenas espacio.
  • Un impermeable. Fundamental. Diría, incluso, que me hubiese dado igual no traer nada de ropa porque podría haber ido casi todos los días solo con él puesto. Vale, es una exageración, pero a mí me ha venido genial porque ha llovido muchos días.
  • Dos pares de mallas, de los que me sobra uno.

El neceser

En este apartado, parto de la base de que como no iba a facturar, cada botecito con líquido que llevase no podía exceder de los 100 mililitros y el total de todos ellos no podía ser superior al litro, así que ninguna de las cosas que dejo a continuación, exceden de esa cantidad:

  • Gel y champú.
  • Desodorante.
  • Crema hidratante para la cara y para el cuerpo. Con la piel soy un poco especialita y no quería jugármela.
  • Pasta y cepillo de dientes.
  • Lentillas para dos meses (las que uso son mensuales), el estuche y el líquido para estas.
  • Las gafas, para cuando no utilizo las lentillas.
  • Espuma para el pelo. Vale, sí, este es un pequeño lujo, pero necesito domesticar mi indeciso pelo de alguna manera.
  • Pañuelos. Un paquete porque se consiguen en cualquier sitio.
  • Toallitas desodorantes. Muy útiles cuando he estado en mitad de la montaña, sin ducha.
  • Crema solar. Factor 50 porque además de que yo soy muy blanca, aquí el sol pega que no veas…
  • Repelente de mosquitos. ¡¡Fundamental!! Aunque aquí también se puede comprar, sin problema.
  • Pastillas potabilizadoras. De momento, aún no las he usado porque las botellas son baratísimas y no me merece la pena, pero cuando estuve, hace dos años, en Nepal me fueron muy útiles y nunca se sabe… Yo las compré en Decathlon, pero también puedes comprarlas por internet.
  • Una cinta y gomas para el pelo.
  • Pinzas de depilar.
  • Unas tijeras pequeñas, que por el momento, han superado todos los controles.
  • Una lima de uñas.
  • Un espejo pequeño, aunque podría utilizar la cámara frontal del móvil, perfectamente.

El botiquín

Además del seguro médico que ya comenté que era importante en mi primera entrada sobre este viaje, me preparé un botiquín con las cosas que consideré básicas y que cuento a continuación:

  • Protector de estómago.
  • Antihistamínicos.
  • Analgésicos.
  • Fortasec. Por suerte, aún no he tenido que utilizarlo, pero veremos cómo me va cuando llegue a India…
  • Melatonina. A mí me ayuda a dormir como un bebé tanto durante los viajes como después de estos. Y teniendo en cuenta que aquí las jornadas en transporte público están siendo maratonianas, me viene muy bien.
  • Compresas y tampones. También los he visto por aquí, pero sobre todo con los últimos, preferí cubrirme las espaldas.
  • El Malarone, la profilaxis para la malaria.

Documentación

  • El carnet de conducir internacional, aunque cuando alquilamos una moto en Koh Yao Noi, no nos lo pidieron. Si quieres saber cómo lo conseguí, puedes volver a mi primera entrada del viaje.
  • El pasaporte y el DNI. Sí, ambos, uno para llevarlo encima y el otro para dejarlo en el sitio en el que duermo, que nunca se sabe.
  • Los visados para India y Sri Lanka impresos.
  • La tarjeta de crédito.
  • Varias fotos de carnet. Hace un par de días, por ejemplo, necesité una para conseguir el visado para Laos.
  • Algo de dinero cambiado a las distintas monedas que voy a utilizar en cada país.

La tecnología

  • Una batería externa, para las largas jornadas en las que estoy sin un enchufe cerca.
  • El portátil.
  • El móvil. Obvio.
  • Unos auriculares, sobre los que ya tengo una historia (dramática) que contar. Pero eso será en otra ocasión.
  • La cámara réflex, con una batería y una tarjeta de repuesto.
  • Una cámara sumergible.

Barajé traerme un adaptador universal, pero además de que se me ocurrió tarde, leí que para varios países no lo necesitaba y para el resto confié en encontrarlo, en el peor de los casos, en el aeropuerto, a mi llegada. Veremos…

Otros

  • El saco de dormir, que lo he usado solo una vez, por ahora.
  • El palo selfie. Importante cuando se viaja sola.
  • Un candado. Necesario para muchos hostales.
  • Un cojín para el cuello. Que cuelga de la mochila y no pesa nada.
  • Las cajas de tela en las que llevo todo organizado dentro de la mochila. Las mías las compré por internet, por poquísimo dinero, y son un gran invento para clasificar. ¡Y también para no tener que sacar todo cada vez que necesito algo!
  • Las gafas de sol.
  • Las gafas y el tubo de esnórquel. Esto, por ahora, me sobra.
  • Una libreta, bolis y rotuladores de colores. Contaba con encontrar mandalas en mi camino, pero por ahora, no ha sido así :(.
  • Un libro. Sí, intenté traerme el libro electrónico, pero no lo encontré entre mis miles de cajas. Pero estoy feliz porque además de que soy más de papel, ya he visto varios sitios en los que se pueden intercambiar libros, ¡y eso me encanta!
  • Un antifaz y tapones. También necesarios para los hostales, en los que se duerme con mucha gente.
  • Imperdibles. ¡Ya los he utilizado para algún que otro roto!
  • Una luz frontal.
  • Un sombrero.
  • Una funda impermeable para la mochila.

Y, por ahora, la mochila no ha engordado ni adelgazado. Veremos cómo acaba después de dos meses… ¡Seguiré informando!