Esta semana está dedicada a todas las madres que tienen esa bonita, a la par que difícil, tarea: criar a una personita hasta que es un adulto. Pero, en especial, va dedicada a la mía. Por apoyar -tras enfadarse mucho- todos mis viajes (cada vez más lejanos y largos); por no juzgar mis decisiones, pese a lo fuera de la norma que suelen estar; por cuidar a Gizmo y, sobre todo, por estar ahí cuando vuelvo a CASA. Sin ella, no sería quien soy. Imagen: Fuente de las Madres de Macedonia (Skopje), tomada durante mi viaje hasta allí, hace una semana.