Justo hoy, pero dos años atrás, estaba a punto de subirme a un avión que me llevaría hasta Nepal, donde viviría una experiencia única: un voluntariado con niños, a 15 kilómetros de su capital, Katmandú, en la zona rural de Jitpurphedi. De ella me llevé miles de sensaciones, personas increíbles a las que nunca olvidaré y, sobre todo, la sensación de que hay cosas que por más que nos las cuenten, solo podremos entenderlas, si las vemos con nuestros propios ojos.
Deja tu comentario