Invertimos gran parte de nuestra vida, y también de nuestras energías, en hacer planes: qué estudiar, dónde trabajar, dónde vivir, tendremos hijos o no los tendremos, a dónde viajaremos el próximo año… Y yo, la primera en declararse culpable. Pero muchas veces, eso a lo que llamamos «planes», no son más que sueños. La cuestión, aquí, es: ¿existe alguna diferencia entre los sueños de unos y los de otros?

La idea del proyecto del que llevo unos días hablándote, Dreams without borders, y cuyo resultado final te presento hoy en esta entrada, es demostrar que ricos y pobres, inmigrantes y quienes tienen la residencia de un país, refugiados y los que no lo son, todos tenemos sueños comunes. La única diferencia estriba en los recursos con que contamos (o que ponen a nuestra disposición) para hacerlos realidad.

Y para demostrarlo, he estado nueve meses pidiendo a distintas personas que eligiesen una carta del Dixitun juego de mesa con cartas ilustradas muy bonitas, para quien lo desconozca— que representase dónde querían estar en seis meses y explicasen, por escrito, por qué la habían elegido. Por eso, entre las veinte historias incluidas en el libro ilustrado que encontrarás al final de esta entrada, están las de voluntarios, agentes de Frontex o personas que trabajan en organizaciones sociales en Bulgaria. Pero, sobre todo, están las de las personas migrantes a las que he estado dando clases de inglés, durante nueve meses, en el centro de detención de Busmantsi, en Bulgaria.

Porque aunque a estos últimos se les pongan las (muchas veces erróneas) etiquetas de «refugiados» o «inmigrantes ilegales», solo para marcar una diferencia, esta no existe en sus sueños, que son exactamente iguales que los que tenemos los que no formamos parte (por ahora) de esa ya tan deformada categorización.

Dixit: la inspiración para las ilustraciones

Como ya he comentado antes, las cartas del Dixit han tenido un papel fundamental en este proyecto. Por eso, las ilustraciones del libro, realizadas por Ana Mendes, están inspiradas en ellas. Además, en algunos casos, fueron los propios inmigrantes (tanto niños como adultos) quienes reprodujeron esos dibujos y Ana, de forma artística, ha sido capaz de adaptarlos al formato de esta obra. Es el caso, por ejemplo, de la portada, en la que hemos querido conservar los nombres de los países en la lengua del autor del mapa, el urdu. El resto podrás reconocerlos por el nombre de quien los hizo, que aparece al pie de los mismos.

En cuanto a los textos se refiere, he decidido conservarlos tal y como sus autores los escribieron (sin cambiar ni una coma) ya que creo que la esencia de cualquier relato, y más en estos casos, está en la forma en que su autor le da vida a las palabras para contar lo que está en su mente. ¡Y quién soy yo para cambiar eso!

Por el momento, el libro, que podrás ver a continuación en formato digital, está solo en inglés, por ser parte de mi proyecto final del Servicio de Voluntariado Europeo, pero no descarto traducirlo al español (mi lengua nativa), en un futuro no muy lejano.

Hasta entonces, espero que disfrutes de él como yo he disfrutado haciéndolo y que si te gusta, lo compartas, usando el hashtag «#dreamswithoutborders». ¡Lo importante es que estas historias sigan su propio camino y puedan ser leídas por el mayor número de gente posible!

Si quieres disfrutar al 100% del libro, te recomiendo que lo pongas a pantalla completa y le des al play del reproductor que encontrarás justo debajo ;).