Mi último viaje ha sido a Belgrado, donde, por los designios del azar, he podido encontrarme con uno de los chicos a los que conocí en Busmantsi. Como él, miles de inmigrantes se encuentran atrapados en Serbia, después de que Hungría haya sellado sus fronteras. ¿El futuro al que se enfrentan? Tan incierto como inseguro. En la imagen, los edificios, en ruinas, de la antigua estación de trenes de la ciudad en los que casi dos mil personas han (mal)vivido durante meses, antes de ser trasladados a los distintos campos oficiales repartidos por el país.